martes, 13 de marzo de 2012

¡Bienvenidos!


Después de pensarlo muchooo… ¡Me dispongo a daros la bienvenida a mi blog!

Y ¿por qué tanto tiempo para presentarme os preguntaréis? Pues bien, para mí el blog, al ser algo virtual en que no hay contacto directo con la persona, plasma de forma superficial como es la personalidad del bloggero y necesitaba mi tiempo para poder expresar como soy interiormente.

En primer lugar presentarme: me llamo Lucía y soy estudiante de 2º Grado de Educación Infantil. Soy familiar, alegre, me gusta mucho salir a tomar algo con mis amigas y sobre todo hablar. Mi madre dice que no callo ni debajo del agua y el pobre de mi novio detesta las últimas horas del día porque es el momento idóneo del día donde se me ocurre contar todas las cosas que he hecho, con puntos y señales, todas aquellas que me hubiera gustado hacer y tengo pendientes y las que voy a hacer al día siguiente. Todo ello, con sus debidas explicaciones porque si no pierde relevancia.

Soy un poco indecisa, prueba de ello el cambio radical que pegó mi vida hace dos años. Yo era estudiante de odontología, concretamente de tercer curso y un día empecé a preguntarme cosas, aquellas preguntas que nunca te gusta hacerte porque ni tú sabes la respuesta. Odontología me gustaba, era muy interesante, en la práctica era buena, sabía que además económicamente estaba muy bien pagado pero no estaba feliz, no brillaba en mi esa sonrisa que me caracteriza. Entonces ¿cuál era el problema? Esa era la gran pregunta a la que me refería anteriormente.

Comencé a reflexionar, estuve pensando durante muchos días hasta que decidí tomar un papel, hacer una lista de las cosas que más me gustaban de odontología y aquellas que detestaba. Al lado puse Educación Infantil, la carrera que siempre me había gustado, pero por aquello de que mi padre era profesor nunca me decidí para estudiarla, total pensaba que siempre tendría la oportunidad de enseñar a mis hijos.

Escribí un listado de cosas y a medida que iba escribiendo me iban cayendo lágrimas. Creo que es uno de los sabores más amargos que he probado.
Cuando terminé, me di cuenta que había estado equivocada a la hora de tomar la decisión cuando elegí carrera. Fue un momento de sentimientos encontrados, por un lado frustración al pensar que había estado estudiando cuatro años que no habían servido para nada, por otro lado alegría al saber contestar esa  pregunta que tanto me angustiaba.
El cambio era radical, en cuanto a odontología solo me quedaban dos años para terminar la carrera, además los gastos que suponen cuatro años de carrera y luego comenzar con una nueva de cuatro años que anteriormente había sido de tres; con la duda de que si estaría haciendo lo correcto.

Pues bien con el miedo interior, con voz frágil pero aliviada les dije a mis padres que me cambiaba de carrera. Ellos rápidamente me entendieron, sabían perfectamente que era la única forma de devolverme esa sonrisa que, como os dije, me caracteriza.

Llegué a La Salle, me matriculé como una niña que acaba de terminar el instituto y comencé de cero.

Muchas veces la gente me pregunta que cómo lo pude hacer, que he perdido cuatro años de mi vida, que si lo hubiera decidido antes la carrera era de tres, que…. Y yo les digo: “durante esos cuatro años he estado aprendiendo, algo que nadie me lo va a quitar, nunca es tarde para empezar de cero y gracias a ese momento en que me senté, cogí un papel y escribí lo bueno y lo malo de cambiarme mientras se me caían las lágrimas hoy, más que nunca, soy feliz y eso a la gente de mi entorno les hace felices”.

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